La traza del 68, una poética
1968 marcó profundamente a la Ciudad de México. Esta urbe no sería la misma sin el polifacético legado de aquel intenso año, lleno de deseos, creatividad, búsqueda de libertad, emociones a flor de piel, democracia, modernidad, transformaciones urbanas, juventud, autoritarismo, discrepancia, conflicto, represión, procesos colectivos, efervescencia cultural y política. La traza del 68 significa explorar desde sus distintas acepciones ese imbricado año: la traza como diseño para la realización de una obra, como el plan para llevar a cabo un fin, como invención, como apariencia, como intersección de una línea con un plano, como gesto gráfico de la presencia de algo, como huella que constituye el presente. Trazar 1968 es, en muchos sentidos, redescubrir 2018.